El Centenario de la independencia nacional en Contamana y la nueva plaza




Por: Raúl Herrera Soria

Mientras que en Lima, el 27 de julio de 1921 los capitalinos, en una tarde fría de invierno celebraron jubilosos la inauguración de la plaza San Martín como parte de las celebraciones del Centenario de la Independencia Nacional, en Contamana los pobladores de esta comarca se quedaron con las ganas de inaugurar su flamante plaza principal a la que habían llamado “Leguía”.

El alcalde de la provincia en aquel memorable año fue José María Angulo, quien recibió el mando municipal de manos de Luis F. Cornejo que estuvo en esas funciones por muy poquísimo tiempo; había decidido revolucionar urbanísticamente a Contamana: construir la plaza nueva y el edificio para el Concejo a fin de celebrar como se debía el centenario de la nueva República.

Los acuerdos fueron establecidos, el Concejo con algunas discusiones especialmente referidas al empleo de los escasos fondos ediles y algunos procesos de adjudicación de obras con irregularidades, decidió por las obras considerando que estas podrían terminarse en julio, pero no fue así.

Un valioso sustento para financiar esta infraestructura fue la recaudación de los impuestos municipales con que se gravaba la producción del algodón en suelos ucayalinos, tasa que ayudó en mucho para ejecutar las pocas obras que aquí se ponían en marcha. Los precios de las construcciones para la plaza fueron accesibles pero finalmente los pagos incumplidos por el Concejo y con esto el final de los trabajos, también se retrasaron en su culminación.

La plaza tuvo en su diseño una glorieta de madera, 40 bancas de hierro, veredas perimétricas y transversales de ingreso al centro, todo sobre un área de 10,000 metros cuadrados, es decir de 100 metros por 100 metros de extensión. En conjunto los trabajos representaban una inversión de 400 libras de oro y 7 soles.

A partir del inicio de las obras en la plaza Leguía, el interés por concentrar la actividad cívica -en ese perímetro- se acentuó. La subprefectura pidió un terreno para sus oficinas y la sede del Concejo comenzó a construirse, esperándose su conclusión en plena fecha estelar, es decir el 28 de julio de 1921. Pero eso tampoco sucedió debido a la falta de dinero para pagar al contratista que recién lo entregó en 1922.

El alcalde Angulo aspiraba que el flamante local del Concejo se mostrara en todo su esplendor para el Centenario. Indudablemente que la posición del alcalde fue muy política  tal como se expresó en su discurso de argumentó para aprobar su pedido de construcción. “Esta obra tiene un fin altamente patriótico, porque su inauguración no solamente formaría un número del programa de las fiestas del centenario sino que constituirá un medio fácil para construir la nueva población de Contamana, cuyo centro será la indicada plaza que vamos a darle el nombre glorioso de Leguía, como recuerdo del actual mandatario de la Nación que ha traído al país el resurgimiento y las reformas de nuestro organismo político…“.

El Perú vivía el oncenio de Leguía y a no dudar el alcalde contamanino era un fiel seguidor de su línea. Fuera de esto queda recordar el proyecto explicado en la forma cómo debía ser entregado al Concejo, todo levantado con madera aserrada sobre una superficie de 12 metros de ancho y 22 metros de fondo, con distribución de ambientes donde se dio lugar a las oficinas administrativas y la sala de reuniones del grupo concejal.

Julián Álvarez Acosta entonces fue uno de los concejales más activos de ese momento y tuvo un papel inolvidable en la historia de Contamana en su relación con las fiestas del Centenario. Durante la ceremonia que fue tan sencilla y que duró pocos minutos en la sede provisional de la Casa Consistorial, a las dos de la tarde de aquel día jueves 28 de julio, de acuerdo al protocolo y la tradición cívica, se dio lectura a la proclama de la independencia nacional en la voz de Julián Álvarez Acosta, el más joven de la representación municipal contamanina.

El alcalde José María Angulo tuvo un papel destacadísimo y protagónico, su visión fue interesante y se sostenía en muchas acciones de contenido político que le llevarían aun siendo alcalde a ocupar una representación como diputado en el Congreso Regional del Norte. Angulo dejó el cargo al amparo de una licencia concedida por  el Concejo el mes de mayo de 1921, viajando a Piura para retornar solamente a entregar la responsabilidad que le fue encargada nueve meses después, el 23 de febrero de 1922 en que se declaraba al Concejo en situación de “Municipalidad Provisional” y procederse al cambio de sus autoridades.

Mientras tanto, durante esa ausencia, un papel importante cumplió el teniente alcalde Samuel Y. Laredo, que desempeñó con marcada dedicación el primer cargo municipal, guardando lealtad a la Ley y al mismo señor Angulo a quien le reservó el cargo de alcalde.

Citas y fuente: "Contamana 1900, la historia política", Raúl Herrera Soria.


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